Por Luis María Lafosse*
El conflicto disparado a partir del aumento de las retenciones y su desarrollo durante las últimas semanas ha dejado en evidencia dos puntos pendientes de resolución que se evidenciaron a fines de 2001.
El primero es que aquella crisis ética, social y política que estalló en 2001 aún no ha sido enfrentada y superada. Salvo la modificación en la composición de la Corte Suprema de Justicia, todas aquellas asignaturas pendientes, siguen pendientes. Los maquillajes a los que históricamente recurrimos dejan cada tanto ver que en el fondo no hemos aprehendido y corregido nuestros errores históricos. Vemos como todos los sectores mantienen y cuidan vicios en sus prácticas cotidianas que está demostrado, rozan no sólo al sector político que es el más visible y con más responsabilidad, sino que afectan a la sociedad transversalmente. Y como consecuencia nos vemos obligados a enfrentar estas situaciones extremas que nos ponen al borde de la anarquía.
El segundo es nuestra incapacidad demostrada para administrar crecimiento y desarrollo.
Nuestra historia a lo largo del siglo XX nos enfrentó, salvo algunas excepciones que no supimos sostener, a situaciones constantes de administración de crisis sucesivas basadas en ese proceso de decadencia que sostenemos todos los días. Y la demostración es que los escasos procesos de desarrollo vividos, fueron cortados en su estado incipiente. Nos apasiona la crisis, siempre queremos volver a ella. Toda nuestra capacidad intelectual y estrategias de relación y negociación están preparadas para la CONFRONTACIÓN. Pero no para la CONSTRUCCIÓN colectiva.
Las “crisis de crecimiento” como se ha mencionado en estos días, NO EXISTEN. Las crisis estallan por la incapacidad de administrar y gestionar DESARROLLO, que no es lo mismo que CRECIMIENTO. El desarrollo es GENERAL, el crecimiento es SECTORIAL.
La administración y gestión del desarrollo es un PROBLEMA NUEVO. Y quienes están al frente de este conflicto son en su mayoría DIRIGENTES VIEJOS. Viejos no por edad, sino por las ideas y pensamientos observados. Personas que más allá de las ideologías, demuestran que atrasan y no cuentan ni con las ideas ni con las estrategias que este conflicto requiere, más allá de los egoísmos sectoriales.
Tampoco tenemos la llave sobre cuáles son esas ideas y estrategias. Pero está claro que las ideas viejas no sirven para conflictos nuevos.
Necesitamos INNOVAR. Y la innovación siempre se da en un marco de incertidumbre y que hay que tener coraje para enfrentar.
Pero a simple vista surgen algunos puntos sobre los que arrancar para ENFRENTAR y SUPERAR esta situación, y no volver a APAGARLA y ESCONDERLA hasta el próximo estallido:
- Lo que necesitamos no es DIÁLOGO, sino NEGOCIACIÓN. Diálogo ha sobrado durante los últimos cuatro años. Lo que no hay es negociación. La negociación debe estar orientada hacia el bien común y progreso general, ser transparente, con los papeles sobre la mesa y de cara a la sociedad. Y los acuerdos deben respetarse.
- Lo segundo que se trasluce es la demostración de un gran desconocimiento de la realidad del otro. No logramos que los principales interlocutores se “pongan en los zapatos del otro”. Y es a partir de las visiones sesgadas y egoístas, que no es posible construir. Esta desinformación, ignorancia o interés manifiesto es atribuible también a algunos multimedios de comunicación nacionales cuyo rol en el desenvolvimiento de la negociación es trascendente y cuya intervención es lamentable.
- No debemos utilizar la violencia para defender una posición. La frase más sabia dice: “si quieres obtener miel, no patees la colmena”. El recurso de la violencia verbal o física es la mayor manifestación de impotencia. El que pega como el que grita, es aquel que se quedó sin argumentos y fundamentos. Y el “nerviosismo” que en estos días observamos en algunos sectores y personas, es evidente.
Estas tres condiciones las considero claves para GESTIONAR el DESARROLLO y no mirar pasivamente el crecimiento que está demostrado que no modifica sustancialmente nuestras vidas.
¡Eso es el primer mundo! Son las bases de la CIVILIZACIÓN. Ni la tecnología ni la riqueza son la civilización. Más bien la riqueza de una nación (o sea el DESARROLLO), es una de las consecuencias de la CIVILIZACIÓN. Y ya vemos que lo que nos muestra la realidad es la barbarie que no tenemos el coraje de superar. En estos días hemos observado en las “bases” del conflicto actitudes de sabiduría, ética, cultura del trabajo y patriotismo. Tengo una gran esperanza en que una vez superada esta situación su actitud se va a traducir en COMPROMISO para construir para adelante. Porque a nuestros hijos les tenemos que heredar algo más que dinero.
* El autor es Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Azul y Coordinador del Plan de Desarrollo Estratégico de Azul