Hola. Quiero aprovechar este viaje para contar a manera de diario actividades y experiencias que me parece interesante compartir. Trataré de hacerlo diariamente aunque a veces por las actividades o imposibilidad de acceso a internet no será posible.
Después de años estoy féliz de volver a abordar un avión. Aviones como aeropuertos hacen sentir el cosmopolitismo de una manera que sólo internet se acerca.
Escribo esto mientras el Boeing 747 se apresta a despegar.
En el Hall de la terminal de Aerolíneas Argentinas toca la Orquesta Sinfónica de Jóvenes de la Municipalidad de Chascomús. Un lujo. Tocan una selección de música clásica y popular con puntillosa exactitud y armonía. Su Directora, que es jóven, los alienta, los destaca individualmente y conduce el grupo con alegría.Salir de Argentina fue más difícil, que salir de Cuba a la actriz que acaba de ser reconocida por el público en Otoño Azul. Es comprensible después de lo que todos conocemos de los últimos años. Pero nuestra seguridad nos hace sentir potenciales terroristas a todos. Nos revisan, nos cachean como en una cancha, nos hacen preguntas, son serios. Declaramos hasta las lapiceras.
Estoy orgulloso de viajar por primera vez en Aerolíneas Argentinas y que AA exista como empresa. Aunque asquean las propagandas de la revista que regalan en el avión con gobernadores e intendentes que testimonian la decadencia política coyunturista, que nos muestran sus casitas, sus escuelitas, sus caras obesas y sus firmas debajo: “Gestión Mongocho”. En la cena somos servidos con milanesas del programa “Milanesas para Todos” (Es broma. ¿Pero no podría ser cierto en esta época de “ultramilitancia”?).
En los asientos de más adelante viaja una delegación de adolescentes jugadores de fútbol de la “U” de Chile. Calzan buzos estampados con una leyenda FUTURO AZUL y no puedo evitar la asociación.
Viene una azafata y amablemente le explica algo a mi compañera de asiento. En esa azafata veo a la única que conocí de cerca y que ella me recuerda: Lidia Pomarés. Lidia, que con sus cuatro idiomas, fuera por años la encargada de relacionar a Azul con el mundo y comandó hace dieciocho años la gestión de la misión de Azul a Brasil. Hace dieciocho años.
Este viaje que comienza encuentra en esos dieciocho años de distancia la consecuencia de no dar continuidad a las cosas. Y es lo que me alerta que debemos prevenir en esta ocasión.
Es el comienzo de una etapa brillante para Azul. Lo veo. Y lo veo desde los 8.900 metros de altura que volamos y seguimos ascendiendo.
1 comentario:
Muy linda publicación Luis...y emotiva. La verdad que personas como Lidia Pomares se extrañan en el dia a dia, no sólo por su desempeño laboral sino tambien por sus valores y calidad humana.
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