If we keep doing what we're doing, we're going to keep getting what we're getting.
Stephen Covey

28.11.09

“La inútil y monstruosa Torre Eiffel”


La torre Eiffel no tiene un sólo fin práctico. Dicen que las únicas veces que lo tuvo fue en vísperas de la 1° Guerra Mundial y durante un tramo de la Segunda en la que se la utilizó para receptar y emitir comunicaciones por parte de la armada francesa. Sin embargo hoy es símbolo de un país entero. Fue concebida en el año 1884 e inaugurada en 1889 en el Centenario de la Revolución Francesa.

Su razón de existencia original fue una “manifestación tecnológica” llevada a cabo en plena revolución industrial como demostración del estado de la “técnica” en general y de los nuevos materiales, estructuras y capacidades en particular. En esa época y hasta nuestros días se desarrollaban periódicamente exposiciones universales en las que cada país desembarcaba con sus novedades y avances, principalmente científico-tecnológicos. Pero también era oportunidad para las diversas ramas de la cultura y el arte. La primera de ellas había sido la Gran Exhibición de Trabajos de la Industria de Todas las Naciones, llevada a cabo en Londres en el año 1851.

Aunque fue de este lado del Océano Atlántico que dos ingenieros norteamericanos (Clark y Reeves) concibieron inicialmente la idea de construir una torre metálica, por falta de fondos ese proyecto pionero nunca vio la luz. En junio de 1884 dos ingenieros de la empresa Eiffel, estudian una propuesta para una torre metálica de 300 metros de altura para con ello atraer la atención de la exposición planeada para 1889. El boceto inicial de 1884 es mostrado a Gustave Eiffel y aunque parece no interesarle, autoriza a los proyectistas a que avancen en los estudios.

Un dibujo posterior, más detallado y con un diseño de la base que es el que finalmente se concretó, entusiasma a Eiffel y registra a su nombre y de los proyectistas una patente que al poco tiempo adquiere en su totalidad.

Dicen que el mérito de Eiffel no reside en el diseño de la torre, sino más bien en el empuje y energía puestos en divulgar la propuesta a políticos, gobernantes y público para convencer y obtener el acuerdo necesario para su construcción. Para formalizar la obra el gobierno llamó a un concurso con el objeto de “explorar la posibilidad de elevar en el Campo de Marte una torre de hierro con una base de 125 m² y una altura de 300 metros”. Dicen que la descripción de las bases del concurso eran tan parecidas a la propuesta de Eiffel, que hasta se sospechó que fueran redactadas por él mismo. Se presentaron 107 proyectos y Gustave Eiffel gana. En el acta suscripta inicialmente para el inicio de la obra se estima un costo 6,5 millones de francos más otro millón y medio por gastos imprevistos. El resto se financiaría con aportes de la firma Eiffel y un grupo de tres bancos que se encargarían de su explotación al finalizarla.

Desde la gestación de la idea de construir la torre surgieron grupos opositores a la iniciativa. En febrero de 1887 casi trescientos artistas unen su fuerza para denunciar “la inútil y monstruosa Torre Eiffel” a través de la carta abierta Protesta de los artistas contra la torre del Sr. Eiffel. Entre los firmantes figuraban: Guy de Maupassant, Charles Gernier, Charles Gounod, Victorien Sardou, Francois Coppée, Leconte de Lisle, William Bouguereau, Alexandro Dumas (hijo), Ernest Meissonier, Joris-Karl Huymans y Paul Verlaine. Todos ellos reconocidos escritores, pintores, compositores, arquitectos, entre otros artistas del medio. En el manifiesto la torre fue definida en varios pasajes como:

- “Trágica lámpara de calle” (Léon Bloy)

- “Esqueleto de atalaya” (Paul Verlaine)

- “Pirámide alta y flaca de escalas de hierro, esqueleto gigante falto de gracia, cuya base parece hecha para llevar un monumento formidable de cíclopes, aborto de un ridículo y delgado perfil chimenea de fábrica”. (Guy de Maupassant)

- “Un tubo de fábrica en construcción, un armazón que espera ser cubierto por piedras o ladrillos, esta alambrera infunibuliforme, este supositorio acribillado de hoyos” (Joris-Karl Huymans).

La primera página de La vie errante de Guy de Maupassant comienza “…dejé París y hasta Francia, porque la Torre Eiffel acababa por aburrirme demasiado…”. Y entre las críticas también arreciaban las que destacaban la influencia que lo extranjero ejercía sobre Francia.

Pero Francia es GRANDE. Y su Estado tan GRANDE como ella. Contra todo la construcción comenzó en enero de 1887 y se finalizó en marzo de 1889. 2 años y dos meses después. Los trabajadores nunca superaron los 250. La mayoría de las partes eran ensambladas en talleres que luego se montaban definitivamente. En total se colocaron 2.500.000 remaches. 50 ingenieros dibujaron 5.300 croquis de ensamble, detalles y armado de las 18.038 piezas que la componen. Ningún accidente mortal se registró entre los trabajadores. Costó 1,5 millones más de lo previsto y tomó el doble del tiempo planificado. Algo comprensible dada la inexperiencia en construcciones con una técnica y materiales totalmente innovadores para la época.

El 6 de mayo de 1889 la Exposición Universal abre sus puertas y el público comienza a subir sus 312 metros de altura. Adquiere un éxito popular inmediato pese al desprestigio al que había sido sometida. Durante la primera semana, aun sin funcionar los ascensores, la escalan 28.922 personas y durante la exposición suben 2.000.000 en total.

Finalizada la muestra decae su interés que se profundiza en los años siguientes. Por ello en el año 1900 se organizó una nueva exposición universal tras la cual la torre sería desmantelada y destruida. Gustave Eiffel, reacciona y genera experimentos científicos para demostrar su importancia. Por su lado los admiradores buscaron todo tipo de argumentos para sostenerla y se empecinaron en encontrarle un uso práctico que justificase su salvación. Fue la armada francesa quien la liberó del desguace cuando la encontraron necesaria para realizar pruebas de transmisión de comunicaciones. Entre ellas el desarrollo de la telegrafía sin hilos.

Así como surgieron grupos opositores hubieron también minorías encabezadas por pintores, músicos, fotógrafos, escritores, cineastas, dibujantes, entre otras formas artísticas que la utilizaron y aún utilizan como inspiración y escenario de sus creaciones. Ha sido motivo de románticas y numerosas escenas de amores y desencuentros, e imagen de numerosos billetes, estampillas y publicidades.

A partir de los años 60 comienza a crecer el turismo internacional y con ello el interés mundial por la Torre Eiffel. Y con ello definitivamente su consolidación. Hoy es visitada anualmente por 6 millones de personas de todo el mundo. A nuestros días la han visitado más de 236 millones de personas. Para recibir el nuevo milenio se “derrocharon” 20.000 luminarias parpadeantes. Su instalación insumió:

- 20 alpinistas durante tres meses

- Se colocaron 20.000 luces que pesaban 8 toneladas

- 230 llaves eléctricas y 30 km de cable

- 400 kw de potencia, entre otros insumos.

Es el DESTINO DE GRANDEZA de un país y un pueblo. ¿Que hace “grande” a un país o una ciudad? ¿SE HACE “grande” cuando emprende estos desafíos? ¿O sólo los emprende el que ES “grande”? Si en su origen la razón principal de su construcción era la manifestación y demostración “neotécnica”, hoy los años la resignifican como un monumento a los soñadores. Aquellos que “ven” y construyen torres donde sólo hay un páramo, un terreno inhóspito.

En La Tour Eiffel, en 1964, el lingüista también francés Roland Barthes la definía: “Mirada, objeto, símbolo, la torre es todo lo que el hombre pone en ella y que todo es infinito. Espectáculo mirando y mirando, edificio inútil e irremplazable, mundo familiar y símbolo heroico, testigo de un siglo y monumento siempre nuevo, objeto inimitable y sin cesar reproducido, es el signo puro, abierto a cada tiempo, a todas las imágenes y a todos los sentidos, la metáfora sin freno; a través de la torre, los hombres llevan esta gran función de la imaginación, que es su libertad, ya que ninguna historia, por muy sombría que sea, jamás pudo quitársela”.

7.11.09

La vocación por emprender

Hace 8 años (17 de noviembre de 2001) el diario El Tiempo de Azul publicó esta nota de opinión de mi autoría en el marco del 2º Encuentro de Jóvenes "Impulsando una joven cultura emprendedora" organizado por la FUNDACIÓN Ceda y su Grupo Joven de aquel momento.

¿Qué es un emprendedor?
Según el diccionario, Emprender es sinónimo de tomar y agarrar. A su vez significa también empezar e iniciar. Cuando buscamos por Emprendedor nos dice que es el adjetivo para denominar al que emprende con decisión acciones arriesgadas o difíciles.
Más allá de las definiciones, podemos decir que un emprendedor es alguien que decide lo que quiere ser y hacer, y que no descansa hasta conseguirlo. Lo contrario entonces sería alguien que espera que otro decida por él lo que va a ser y como lo va a hacer. Es decir una persona dependiente que prefiere desempeñar el papel de espectador, antes que el de protagonista.
Esto último a lo que se hace referencia, ha venido sucediendo en nuestra sociedad desde hace mucho tiempo, forjando en nosotros la dependencia de esperar siempre que otros decidan y resuelvan los problemas por nosotros. La dependencia exclusiva del Estado para resolver todos nuestros problemas, así como nuestra dependencia cultural y económica del exterior para encarar transformaciones, son ejemplos de lo que sucede a nivel nacional. A nivel local también tenemos nuestros ejemplos: la dependencia de emprendedores foráneos que instalen sus empresas en Azul, así como el apoyo a la construcción de cárceles como herramientas generadoras de empleo son ilustrativos de nuestra escasa vocación emprendedora.
En el libro “El emprendedor tecnológico”, resultado de investigaciones de los profesores Fernandez Cirelli, Durante y Lesser de la Universidad de Buenos Aires, se critica la tradición argentina de formación de profesionales de las diferentes carreras que tienen excelentes capacidades y habilidades para desempeñarse como empleados (en relación de dependencia) de compañías o reparticiones públicas, pero que carecen de actitudes y aptitudes que los lleven a emprender la creación de una empresa propia. Este fenómeno, es importante decirlo, ha sucedido en todo el mundo, pero con la diferencia que ante la evidencia del surgimiento de un nuevo mundo basado en el desarrollo de emprendedores creadores de una nueva cultura, los países desarrollados se encuentran en la actualidad transformando sus estructuras educativas con el objetivo de adaptarse a la realidad emergente.
Volviendo a lo anterior, ésto quiere decir que una vez graduados nuestros profesionales se convierten en buscadores de trabajo y no en posibles empleadores. Ésta es otra arista de un problema que nos lleva a pensar que existe por encima de todo una cultura de la dependencia que impide emanciparnos como ciudadanos capaces de trazar un camino propio, para luego recorrerlo.
Emprendedor no es igual a empresario

Sería un error considerar Emprendedor, sólo a aquellas personas que realizan emprendimientos de carácter privado sea comercial, productivo o de servicios. La acepción actualizada del término comprende además a profesionales, artistas, periodistas, agentes del sector público, políticos y aquellos involucrados en organizaciones sin fines de lucro, también denominado tercer sector, entre muchos otros, bajo denominaciones como emprendedores productivos, emprendedores sociales, emprendedores políticos, etc.
¿Emprendedor se nace o se hace?
Existe un presupuesto que dice que para ser emprendedor, hay que nacer emprendedor. Esto hoy se sabe que es inexacto y está demostrado que emprendedor no se nace, sino que se hace. Nadie dudaría por ejemplo, que para ser médico, mecánico, arquitecto o jardinero es necesario prepararse a través de la práctica y/o el estudio. ¿Por qué vamos a pensar entonces que los emprendedores van a surgir espontáneamente por gracia de alguien?.
En el camino para convertirse en emprendedor convergen tres elementos que de no estar presentes todos proporcionalmente, no estarían dadas las condiciones para su desarrollo. Estos tres elementos son:
· Aptitud
· Actitud
· Clima de desarrollo
La Aptitud comprende los conocimientos y habilidades necesarios a adquirir para emprender cualquier actividad. Estas aptitudes es posible alcanzarlas a través del estudio o la práctica.
La Actitud comprende a la motivación, vocación y valores necesarios para emprender. Si bien hay aspectos actitudinales posibles de ser adquiridos, hay aspectos relacionados con la personalidad que tienen mucha incidencia. En la decisión de emprender existe un riesgo, que si bien es calculable, implica en algún punto un salto al vacío que es guiado por la intuición.
Finalmente mencionamos el Clima que es el medio de cultivo sin el cual el surgimiento de los emprendedores sólo se daría en forma aislada. Es impensable que alguien intente llevar adelante cualquier proyecto emprendedor si quienes lo rodean están constántemente desmotivándolo, desmoralizándolo y desalentándolo. Es por eso que el clima circundante se torna definitorio para permitir o no el surgimiento de una cultura emprendedora.
Emprender para enfrentar

La falta de trabajo que aqueja a los azuleños; las necesidades básicas insatisfechas desde un Estado que a pesar de todos los esfuerzos, apenas alcanza para paliativos miserables; la carencia de dirigentes pujantes provenientes tanto del sector público como privado; la necesidad de un desarrollo estratégico para el Partido, son problemas estructurales que será imposible enfrentar sin el surgimiento de una clase emprendedora que empuje desde las tres patas de una mesa formada por el sector privado, el sector público y el tercer sector.
Esto implica el desafío de convertirnos en emprendedores con la capacidad de decidir nosotros mismos que queremos ser, hacer y, como dijimos antes, no descansar hasta lograrlo, conscientes también de que nadie va a venir a resolver los problemas por nosotros.
La transformación estructural de convertirnos, de ciudadanos dependientes en emprendedores es, por otro lado, una tendencia cultural cada vez más desplegada a nivel mundial y es importante saber que todo lo que no hagamos por nosotros mismos, nos será impuesto desde afuera.
Empezar a emprender

Nos ha llegado el momento entonces, de primero pensar y después actuar acerca de cuestiones que giran en torno a:
· ¿cómo creamos las condiciones sociales necesarias para el surgimiento de ciudadanos azuleños emprendedores?
· ¿a través de que medios vamos a adquirir las aptitudes necesarias?
· ¿cuáles son las motivaciones y valores que nos llevarán a forjar la actitud necesaria?
· ¿cómo vamos a colaborar para construir el clima maduro y optimista que permitirá el brote de emprendedores azuleños?
En la ciudad de Azul hay variados aunque aislados ejemplos de ciudadanos emprendedores de los tres sectores que conforman el arco social. Y tenemos que saber que en la respuesta a estos interrogantes está hipotecada buena parte de nuestra felicidad futura. Es importante tener en cuenta que no existirán soluciones ni rápidas, ni fáciles. Pero de enfrentar esta realidad con madurez y de acuerdo a nuestros intereses comunales, vendrán seguro tiempos duros de esfuerzo, pero optimistas. Ese optimismo que cotidianamente se construye sobre la convicción de saber que mañana estaremos mejor que hoy.
De las muchas soluciones a nuestros problemas que no están en nuestras manos, hay una que si lo está, y depende de nosotros asumirla.
Luis María Lafosse

28/10/2001

23.10.09

Y si! Son muchos molinos de viento.

Nota en respuesta y apoyo a la publicada por Javier Ciappina

Con gusto he recibido tu nota el pasado jueves 22 de octubre de 2009 en la Contratapa del diario. Confieso que mi primer reacción fue negativa por la simplificación del proyecto cervantino en el que pongo tanta energía. Pero la segunda parte es tan buena que me hizo disfrutarla.
En realidad, ¿Qué es lo que me gusta de la nota? Es el enfoque provocador. La posición podría haber sido buscar un tema, encontrar un responsable (Intendente, Concejal, político, un sector de la comunidad, etc.) y culparlo de todo lo que pasa. Es decir identificar un enemigo, cargarlo de todas las culpas y quedarse tranquilo sin responsabilidades.
Sin embargo vos das una vuelta de tuerca, vas más allá, como ya lo has hecho en otra de tus notas. Centrás el problema en todos los estamentos de la sociedad. Y ahí reside la novedad y la valentía en esta sociedad de derechos sin deberes en la que vivimos.
Un periodista famoso que respeto hablando cierta vez de liderazgo político dijo, y nunca olvidé, que "el verdadero líder no es aquel que es condescendiente con las masas. Sino aquel que las desafía". Esto parece ilusorio hoy en la Argentina para quienes estamos o somos políticos. La fórmula perfecta hoy es: Los políticos prometemos, los ciudadanos hacemos como que le creemos y lo votamos, Y finalmente me quejo porque me defraudó. Hago un ejercicio teórico para que nos sinceremos junto a los lectores: Si hay dos candidatos en igualdad de condiciones. Uno promete livianamente que va a terminar con la pobreza y el otro dice que ha analizado el problema en profundidad y que dada la situación sólo se compromete a resolverla en un 40 %. ¿Quién gana la elección? Evidentemente, como sociedad estamos entrampados.
Pero volvamos a la Cervantina.
Quizás la belleza mas grande que nos ha traído la distinción de Ciudad Cervantina, es que ha evidenciado que tenemos una gran necesidad, como sociedad de dar un salto de calidad. (Y para los que les gusta comparar con otras ciudades les digo que esto no se lo ha planteado nadie hasta ahora. Ni el país, ni las provincias, ni los municipios. Somos los primeros).
Hoy es manifiesto que no hay un sólo sector (público, privado, sociedad civil, medios de comunicación) que se destaque del resto. Salvo casos puntuales. Y quienes venimos trabajando en este proyecto tenemos claro que esta demanda se viene y que es necesario que como sociedad hagamos un click!. Y créeme si te digo que no son pocos los que están en otra sintonía, aunque en silencio.
Creo que tu nota da de lleno en el blanco cuando te centrás en los valores: la verdad, el respeto, la nobleza, la ética, la moral que vos citás. Quien realmente quiere resolver el problema y no piensa en el cortoplacismo, sabe bien que el problema está allí. Pero a esos valores le agregas el amor con el cual coincido. Y si me permitís te agrego otros dos. uno el EMPRENDEDORISMO, el quijotismo. La actitud de hacer y no esperar que me hagan. La actitud de ser protagonista y no espectador. El otro el HUMOR, que le sobraba al Quijote. Yo se que es medio difícil tener buen humor en medio de la crisis. Pero hay caracúlicos que con crisis o sin ella andan siempre con esa cara de vinagre, enojados, echando culpas a otros, defendiendo siempre sus "derechos" y sin reparar en sus "deberes".
Días atrás el diario tituló una nota diciendo más o menos: "Tenemos una ciudad cervantina con mucha actividad cultural, pero con dos gotas nos inundamos" Yo al principio me fastidié porque considero que no se pueden mezclar siempre las cosas. Pero alguien con humor me dijo: "Luis, si no hubiese Cervantina el titular hubiese sido LA CIUDAD SE INUNDA solamente".
Esta es una de las evidencias de que todo debe estar impregnado de lo "Cervantino" y de los valores "Quijotescos". No es una cosa o la otra. Es una cosa y la otra. Y si tuvo que venir Cervantes con su Quijote para que nos diéramos cuenta, bienvenido. Lo que tiene que quedar claro es que una vez que nos dimos cuenta no podemos retroceder.
Deberemos ser "cervantinos" y "quijotescos" cada uno de nosotros en cada uno de nuestros actos.
Tenemos este diario histórico hermoso que es una tribuna para estos debates. Llenemos sus páginas de opiniones sobre este tema y firmémoslas con nombre y apellido. No como esos que firman UN VECINO. Por primera vez vamos a estar hablando de la fruta y no de la cáscara. Hagámoslo. Aunque parezcamos locos. Como El Quijote.

27.7.09

Sabiduría Gauchesca

"En el trance de elegir,

que mire el hombre p´adentro,

ande se hacen los encuentros

de pensares y sentires.

Después... que tire ande tire,

con la conciencia por centro".

Atahualpa Yupanqui del "El payador perseguido".

18.7.09

Deporte versus Política y Empresas

Argentina ocupa a nivel mundial:
- el 1º puesto en basketball,
- el 12º puesto voley mayores y el 2º en categoría juveniles,
- el 2º puesto en hockey femenino y el 10º en masculino,
- el 8º puesto en fútbol masculino y ha ganado dos mundiales en mayores y varios en divisiones inferiores,
- "Los Murciélagos", la Selección Nacional de Fútbol de disminuidos visuales, fue campeona mundial en 2002 y 2006. A su vez Argentina ostenta,
- el 2° puesto en hockey sobre patines recientemente obtenido
- el 3° puesto en rugby, y
- el 2° puesto en tenis en juego por equipos (Copa Davis).
Estos son sólo los principales ejemplos y más conocidos por todos. Pero también hay otros logros deportivos que nos ubican entre los primeros puestos mundiales.
Sin embargo, en las últimas décadas no tenemos un solo dirigente, grupo político o gobierno de ningún signo político que se haya destacado a nivel internacional, ni siquiera en Latinoamérica. Peor aún. Si miramos el ranking de países por cualquiera de los rubros que se desee, vemos que nuestro país ocupa:
- el puesto Nº 67 en Producto Bruto Interno por Habitante (PBI)
- el puesto Nº 31 en el ranking de países de acuerdo al valor de su economía
- el puesto Nº 46 en el Índice de Desarrollo Humano elaborado por Naciones Unidas
- el puesto Nº 27 en el Índice de Desarrollo de la Educación para Todos elaborado también por Naciones Unidas
- el puesto Nº 51 en el Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA), auspiciado por la UNESCO y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que mide el desempeño de los estudiantes universitarios
- el puesto Nº 114 en el ranking de países con mayores niveles de corrupción y transparencia.
Por el lado privado la cuestión es mucho peor. No hay un sólo empresario o compañía que se destaque a nivel mundial. El ranking de las 500 empresas más grandes elaborado por la revista de negocios Fortune (Fortune 500 Global) no encuentra una sola empresa argentina. El ranking de la Revista de economía Forbes (Global 2000 FORBES), tampoco encuentra una sola compañía argentina entre las dos mil más importantes del mundo. Entre las primeras mil Brasil coloca 12, México 8, Chile y Colombia 1 y Japón, que hace cincuenta años era un país marginal coloca 130 (más del 10 %). Este ranking computa ventas, ganancias y valor de la acción, entre otros ítems. Otro dato es que hay 51 países que tienen compañías ubicadas allí.
Es paradójico que tanto en el manejo de la cosa pública como privada no logremos desempeños al menos decorosos. Y lejos de mejorar, esta situación empeora día a día, gobierno a gobierno. Recordemos que a fines del siglo XIX nos ubicábamos entre los primeros diez países del mundo.
Más allá de esta frustración creo que el deporte es un ejemplo para observar porque allí hay muchas cosas que aprender. Es necesario detenerse a analizar las características de esos logros deportivos y en todo caso descubrir algunas claves que expliquen esos éxitos. ¿Por qué en el deporte se da el fenómeno casi opuesto al que sucede en el sector privado y público nacional? Como ex deportista creo que hay algunas prácticas, algunos valores y grandes esfuerzos que explican cómo en un contexto tan adverso, el deporte argentino se las rebusca para desarrollarse:
El éxito en el deporte sólo se consigue a través de un gran esfuerzo sostenido a lo largo de muchos años, horas de entrenamiento, horas de repetición de ejercicios para refinar movimientos, preparación física intensa y vida saludable.
Está demostrado que inicialmente los recursos económicos no son lo más importante y en muchos casos nunca lo son. Como ejemplo tenemos Las Leonas y el hockey sobre patines. Los Pumas compiten contra países en los que esos deportes están profesionalizados. Muchos de esos equipos exitosos consiguieron financiamiento una vez que demostraron los primeros logros.
Reglas de juego claras: todo deportista que aspire a la consagración sabe que el acomodo, la turbidez, los favores y otras prácticas, propias de la política y empresas que hoy predominan, son inviables. Por más acomodo o favores que se reciban los resultados se miden en tiempos, goles, defensas, dobles, sets, etc. Y allí se gana, se empata o se pierde. Esa regla no rige para la política, a pesar de haber elecciones, ni para los grandes empresarios nacionales acostumbrados a obtener prebendas, subsidios, franquicias, tipo de cambio alto y excepciones. En el deporte los reglamentos se respetan y se cumplen. Y aunque existen las injusticias, muchas de ellas son “administradas” por dirigentes que en muchas ocasiones nunca practicaron el deporte al que representan. ¿Cuántos dirigentes de fútbol son ex jugadores?
Claridad en el objetivo a lograr: en el deporte es necesario acompañar el esfuerzo y la inteligencia con una definición clara del objetivo a lograr.
Espíritu competitivo: se compite primero contra uno mismo, para superarse. Luego para vencer un rival. El deportista planifica su partido, analiza fortalezas y debilidades propias y ajenas, analiza antecedentes, planifica tácticas y estrategias. Pero por sobre todas las cosas respeta a su rival. Sabe diferenciar entre rival y enemigo. Y festeja cuando gana y se retrae en la derrota. Sin rencor. Y si le toca perder al día siguiente comienza a entrenar para tener mejor destino en la próxima ocasión. Y cuando se da cuenta que su tiempo pasó, se retira. No prolonga la agonía.
Finalmente, todos los deportes que tenemos como ejemplo son deportes practicados en equipo. Contrariamente al individualismo que predomina en toda nuestra sociedad, no hay rastros de él en los deportes en los que nos destacamos mundialmente. Esta es una paradoja fenomenal. El deporte en equipo obliga a trabajar en conjunto, a definir y reconocer roles individuales que contribuyen a un resultado grupal, a articular en la defensa y en el ataque, distribución, alternancia en los esfuerzos, sacrificio de unos para que se destaquen otros, respeto a un capitán y a un técnico que se ganaron esa distinción a través del ejemplo en el esfuerzo y la destreza, puesta en práctica de una estrategia de juego común que hay que respetar al detalle para alcanzar el éxito, y finalmente, tanto los éxitos y como los fracasos son colectivos. Los equipos con meras individualidades no llegan lejos. Dentro de un equipo existen liderazgos pero son liderazgos colaborativos. Son aquellos que tienen ese plus que lleva a ponerse el “equipo al hombro” en momentos en que es necesario. No hay goleador que no reciba un pase de otro, no sirve de nada un gol si no hay defensores que lo defiendan en el propio arco.
Políticos y empresarios en conjunto tienen mucho que aprender del ejemplo del deporte argentino. La práctica de deportes, y especialmente el deporte de equipo, es desencadenante para toda una serie de destrezas que le permitirán a una persona orientarse a la fijación y logro de metas portando valores positivos y neutralizando los negativos. Y creo que esta enumeración no es otra cosa que los elementos mínimos de una buena educación que toda persona necesita para desenvolverse en nuestra sociedad actual.
Pero al margen de la educación, en los equipos deportivos exitosos existe una materia prima desencadenante para la gloria: un gran corazón con la sangre bien caliente.
En unas jornadas realizadas hace unos años en Azul en el marco del debate por la Ley Nacional de Educación el Doctor Ricardo Molteni (amante del rugby y el deporte) disertó poniendo énfasis en la necesidad de promover la educación en el deporte. Y finalizó su ponencia con esta definición:
“Deportista es aquel que no solamente ha vigorizado sus músculos y desarrollado su resistencia por el ejercicio de algún gran deporte, sino que, en la práctica de ese ejercicio, ha aprendido a reprimir su cólera, a ser tolerante con sus compañeros, a no aprovechar una vil ventaja, a sentir profundamente como una deshonra la mera sospecha de una trampa y a llevar con altura su semblante alegre, bajo el desencanto de un revés”.
Luis María Lafosse
12 de julio de 2009