Quienes visiten hoy la Fragata Sarmiento cuando ancla en el puerto de Buenos Aires, podrán ver que tiene en su interior una plaqueta de reconocimiento del gobierno japonés hacia el argentino. Tal gesto tiene su origen en el comienzo de este siglo en circunstancias en que Japón y la Rusia Zarista se preparaban para un conflicto bélico.
En el año 1903 el conflicto entre estos dos países se había agudizado por disputas territoriales. Japón necesitaba equipar su flota para igualar a la poderosa flota rusa y en ese contexto buscó reforzar su poderío naval adquiriendo las naves de guerra más poderosas que se pudieran obtener.
En las antípodas de este conflicto, a raíz de disputas limítrofes entre Argentina y Chile, ambos países habían encargado la construcción de modernos y poderosos barcos: Chile lo solicitó a Gran Bretaña, y Argentina a astilleros genoveses en Italia.
Los cruceros-acorazados comenzaron a construirse en marzo de 1902 y fueron botados en septiembre de 1902 y marzo de 1903 con los nombres de “Rivadavia” y “Moreno”. Tenían una eslora de 105 metros, una manga de 18 metros, y contaban con una poderosa artillería.
Finalmente Chile y Argentina llegaron a un entendimiento aventando el peligro de un enfrentamiento lo que derivó en que ambos países no debieron incorporar esos navíos a sus flotas.
Japón contactó autoridades argentinas para su adquisición lo que generó un gran compromiso para nuestro país por tener relaciones amistosas con ambos. En diciembre de 1903 la legación japonesa recibe instrucciones para negociar con el gobierno argentino la adquisición del “Moreno” y “Rivadavia”. En navidades de ese año el gobierno argentino de Julio A. Roca, que sabiendo de antemano el pedido había celebrado reuniones de gabinete, aceptó el apoyo a Japón.
Los barcos fueron entregados el 7 de enero de 1904, el “Moreno” se rebautizó “Nisshin” (adelante Japón) y el “Rivadavia”, “Kasuga” (sol de primavera), y el 8 de febrero comenzaron las hostilidades.
Ambos barcos participaron en sendas contiendas, pero fue en la batalla del 27 de mayo de 1905 en el Mar del Japón en la que la flota japonesa derrotó a definitivamente a la rusa, que tuvieron su más distinguida participación sobreviviendo los barcos a intensos bombardeos.
Posteriormente el Jefe del Estado Mayor de la Marina Japonesa envió felicitaciones a la casa constructora y a los marinos argentinos que habían dirigido las obras.
El entonces capitán de Navío Manuel Domecq García participó como observador durante la guerra estudiando la organización, personal, tácticas y estrategias de la armada japonesa.
Posteriormente el “Nisshin” participó en la 1º Guerra Mundial, se retiró de servicio y su mástil colocado en una base naval. El “Kasuga” fue amarrado para entrenamiento, sufrió bombardeos en 1945 y se desguazó en 1948.
Este episodio dejó una profunda huella en la memoria colectiva de japoneses que mereció la donación de una colección de cerámica antigua al Museo de Buenos Aires, y en la embajada Argentina en Tokio obra un bello escritorio construido con madera del “Mikaza”, nave insignia de la Armada Japonesa.
Nota de opinión de Luis María Lafosse publicada por el diario El Tiempo de Azul.
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