Los avances de Japón en la integración de prácticas agrícolas y preservación del medio ambiente.
A menudo nos informamos a través de medios, acerca de la poca vocación que los países desarrollados tienen por el medio ambiente. Es normal escuchar acerca del fracaso que han tenido en los hechos, las conclusiones de las cumbres mundiales por el medio ambiente de RÍo de Janeiro (1992) y Kyoto (1997).
Si bien es cierto que no todo lo que se acordó se ha cumplido, sumado a que algunos países no honraron sus compromisos, lentamente se avanza en desactivar viejas prácticas humanas dañinas del ambiente en reemplazo de las nuevas alternativas que emergen de la voluntad política de gobernantes y de respuestas que la ciencia y la tecnología van encontrando. Pero pasar de un sistema basado en prácticas extractivas de recursos naturales a otra que los regenere es un largo camino.
Es interesante ver los pasos dados en este sentido desde hace más de una década en Japón. Su producción agrícola está basada principalmente en el cultivo de arroz, hortalizas y producción de madera, entre otras actividades agrícolas y ganaderas.
En primer término existe allí una convicción política acerca del desarrollo sustentable que se traduce en leyes con metas claras a cumplir en el tiempo. Pero más allá de eso, la convicción llega al punto de entender que –más allá de los trastornos que todo cambio trae implícito- hay innumerables oportunidades económicas para quienes lideren el desarrollo científico y tecnológico basado en políticas amigables con el ambiente.
En segundo término, las universidades y sus científicos y las empresas financiando desarrollos, se comprometen el desarrollo de tecnologías “limpias” o regeneradoras del medio ambiente dañado. Y esos desarrollos son transferidos al productor agropecuario.
De esta manera en campos de arroz ya se implementa como control natural de plagas, el cultivo integrado de arroz con la cría de patos que se alimentan de los insectos y plagas que comprometen el buen crecimiento.
Por otro lado los excrementos y orina de animales criados en feedlots ya son procesados por empresas productoras de compost para regenerar el suelo para la producción de hortalizas, minimizando el uso de fertilizantes. En el caso del cultivo del tomate, se introdujo para el control biológico de la mosca blanca, otro insecto depredador de este con lo que se minimiza el uso de agroquímicos.
En el caso de los bosques Japón es uno de los países más densamente forestados (66 % de su superficie) junto a Finlandia y Suecia. Es un país madera demandante a partir de que buena parte de su industria de la construcción se basa en madera. En línea con los objetivos del Compromiso de Kyoto que propuso la reducción de emisión de gases en un 5 %, Japón fue más allá llevándolo al 6 %, con una serie de medidas con metas en el año 2010 basadas en política forestal. A su vez con la promoción de la forestación aseguran otros servicios ambientales como abastecimiento de agua de alta calidad y preservación del suelo. Y es aquí donde se puede comprobar la concepción de los recursos ambientales como recursos económicos.
Obviamente el “costo ambiental” de mudar hacia una economía sustentable dificulta la implementación. Pero para neutralizar estos factores está la educación. El estado y ONGs ambientalistas trabajan en la formación y concientización del ciudadano en la otra punta de la cadena para que esos productos de origen agropecuario que son más caros, tengan en las góndolas una demanda dispuesta a pagar el costo ambiental en beneficio el medio ambiente. Así el consumidor es más exigente y sofisticado en cuanto a sus gustos por alimentos de calidad.
La virtud de esto modelo exitoso no está ni en el estado, ni en las leyes, ni en el desarrollo científico tecnológico, ni en los productores, ni en las ONGs, ni en la ciudadanía. Está sí en la comunión de iniciativas e integración de las acciones de cada uno de ellos. En nuestro país tenemos leyes ambientales de vanguardia, ONGs especializadas, científicos orientados a la cuestión, algunos productores y ciudadanos concientizados. ¿En donde está la dificultad para que avancemos entonces?.
Nota de opinión de Luis María Lafosse publicada por el diario El Tiempo de Azul el día lunes 21 de noviembre de 2005
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