Coinciden en aquel país que existen ocho razones que explican la recuperación de Japón luego de la Segunda Guerra Mundial: la democratización de la post guerra, la agresiva inversión del sector privado, la abundante disponibilidad de mano de obra calificada, el alto índice de ahorro, la rápida adopción de tecnologías avanzadas, el uniforme y alto nivel de educación general, el bajo gasto en defensa y finalmente la estabilidad en las relaciones laborales, políticas y sociales.
La bases de la recuperación económica de post guerra se fundó en las políticas de democratización, esto es: disolución de los zaibatsu (grandes consorcios financieros que regían políticamente el gobierno del estado), la reforma de la tenencia de la tierra agraria y las reformas laborales. La reforma de la tierra agraria consistió en la modernización agrícola a través la abolición de la terratenencia y la distribución del 80 % a productores agropecuarios pequeños. Y la reforma laboral se llevó a cabo a través de legislación que mejoró el status de los trabajadores contribuyendo a su motivación y estabilidad.
Aunque algunas cosas están cambiando allí, ser empleado en Japón consiste en que mayoritariamente uno es empleado por toda su vida laboral en una misma compañía de no mediar algún conflicto personal particular o la bancarrota de la empresa. Como consecuencia el trabajador puede concentrarse en su labor con la certeza de que él y su empresa comparten un destino común. A cambio el trabajador presta fidelidad a la empresa que lo emplea hasta su retiro.
Las empresas se nutren de trabajadores una vez al año luego de procesos de selección exhaustivos, no tan basados en sus habilidades profesionales sino más bien por su carácter y antecedentes académicos. Más aún, no son reclutados para trabajar en un departamento específico sino para un variado arco de tareas. Una vez incorporados son capacitados y reasignados a diferentes puestos cada algunos años para asegurarse una experiencia “generalista” y asegurar su competencia laboral en el largo plazo.
El sueldo mensual promedio de un trabajador ronda los $ 8000 o más con dos aguinaldos de $ 13000 cada uno, y a su retiro además de su jubilación recibe un jugoso premio especial en dinero por los años brindados a la empresa.
Gremialmente la mayoría de los trabajadores no están organizados por rubro sino por empresa o tipo de empresa, buscando mejorar sus derechos y retribuciones dentro del marco de empleo de por vida y premios basados en antigüedad y mérito. Por ser un gremio que se agrupa en torno a una empresa, los trabajadores saben que su destino está atado a la supervivencia de la empresa. Así en tiempos malos los trabajadores restringen sus reclamos, al tiempo que en bonanza comparten los beneficios de las ganancias. Este método suele crear conflicto acerca de cuanto se defiende a la empresa y cuanto a los trabajadores. Por esto los representantes de los trabajadores se circunscriben sólo a gerentes de bajo nivel y de ahí para abajo. Los gremios tienen una “fuerte voz” en el gerencia de la compañía y la gran mayoría tiene comités de consulta para sus decisiones.
Dentro de las compañías prima un sistema de toma de decisiones de abajo hacia arriba y abierto (ringi) por el cual un gerente de rango bajo escribe una propuesta para un determinado tema y la circula por toda la organización abarcando un amplio abanico de visiones agregándole sugerencias y firmando su apoyo.
En todo cuanto he leído acerca del tema jamás encontré algo que sugiera que cuando hay un conflicto laboral, los japoneses hacen huelgas en las que trabajan el doble como solemos escuchar en Argentina. Aunque no se puede afirmar que eso no sea cierto todo sugiere que, el llamado entre nosotros “paro a la japonesa”, pareciera ser otra de las cosas que solemos inventar para no resolver lo importante.
Nota de opinión de Luis María Lafosse publicada por el diario El Tiempo de Azul el día 17 de octubre de 2005 (en ocasión del día del trabajador)
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